domingo, 27 de diciembre de 2009

Una recuperación dolorosa espera a los niños heridos por pirotécnicos

Alertan sobre la falta de condiciones de los centros hospitalarios para atender a las víctimas de estos accidentes


Aunque el Hospital J. M. de los Ríos no cuenta con una unidad de quemados para infantes -como tampoco la tiene ningún otro centro hospitalario del país-, allí se suelen remitir los casos de niños que sufren este tipo de accidentes. Esto incluye a aquellos con lesiones por fuegos artificiales.

El personal médico de la institución advierte que la prevención y la vigilancia son los mejores aliados para evitar que los pequeños manipulen estos artefactos. Además, alertan sobre la falta de condiciones actuales de los hospitales para asistir a las víctimas.

Huníades Urbina, presidente de la Sociedad Venezolana de Pediatría y jefe del Servicio de Urgencias del centro asistencial, recomendó no desestimar los peligros de los pirotécnicos. "Hasta las supuestamente inofensivas cebollitas pueden causar graves daños. Debido a su envoltura en forma de caramelo, un niño, por inexperiencia, puede ingerirlas y sufrir quemaduras a través de la mucosa oral e intoxicación por fósforo blanco", manifestó. Incluso la chispa de las luces de bengala, debido a la alta temperatura que puede alcanzar, es capaz de causar una quemadura profunda.

A medida que se usan artefactos más potentes -como los cohetes, recámaras y morteros de tres tiros-, mayores pueden ser las lesiones.

El cirujano plástico Luis Ceballos, médico jubilado del J.

M. de Los Ríos, subrayó que hay tres áreas susceptibles a las quemaduras por manejo de estos objetos. Las manos, lo que puede ocasionar pérdida de dedos; el rostro, en el que se pueden generar quemaduras severas, pérdida de la visión y daño en los tímpanos; y el área cercana al pubis, donde ocurre lo que se conoce como "la quemadura del bolsillo derecho", pues en él se guardan los pequeños pirotécnicos que se pueden encender con la fricción del pantalón.

"Esas quemaduras son generalmente de tercer grado y de muy mal pronóstico porque hay que someter al paciente a una o a varias intervenciones para cubrir el área afectada con injerto. En algunos casos, se pueden perder los testículos y el pene", acotó.

La psicóloga Anita Molina trabajó en el centro hospitalario de San Bernardino hasta jubilarse. En su experiencia, la recuperación de este tipo de heridas supone un reto psicológico para los pacientes y sus familiares. "Mientras la piel está descubierta, cuando aún no se han colocado los injertos, los pacientes suelen demostrar una debilidad afectiva. En esos momentos es conveniente contar con el apoyo de las madres, pero resulta que muchas veces ellas están angustiadas y hay que ayudarlas también".

Durante la recuperación, los niños pueden tener pesadillas, debido a la crisis de repetición, la sensación de vivir otra vez el episodio traumático.

Molina indicó que la recuperación psicológica puede durar en promedio entre seis y ocho meses. No obstante, algunos niños y adolescentes ameritan que se prolongue el tratamiento. Eso ocurre con aquellos que vuelven a jugar con fuego a pesar de haberse quemado.

Sin unidad. En 1993, Urbina se fue a Japón a especializarse. Seesperaba que a su regreso, dos años después, las autoridades avanzaranen la creación de una unidad de quemados exclusiva para niños, pero nofue así. Todavía sigue esperando que se concrete este proyecto.

El médico considera que el panorama se complica cuando se suma la falta de insumos médicos, de más reciente data. Recordó que en 1991 salvaron a un chico que tenía 90% de la piel quemada, debido a que le colocaron una placa de platino, maya de acero y lentes intraoculares.

"Pero si ese niño llega hoy en día a cualquier hospital, no va a conseguir terapia intensiva, prótesis oculares, placa de platino ni malla", dijo.

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